Muchos proyectan y sueñan cosas para sus vidas pero pocos las concretan, quedan a mitad de camino y mueren abandonadas.
Debemos comprender que existe un potencial en cada uno de nosotros para llevar adelante grandes sueños, puede tratarse de un proyecto ministerial, comercial o de cualquier otro estilo, solo debemos apropiarnos de las herramientas necesarias para concretarlos.
Parece que viviéramos haciendo zapping con los proyectos. Llega fin de año y nos ataca la histeria: oramos en diciembre, brindamos el primero de año, y para marzo muchas de esas cosas ya pasaron al olvido.
La palabra de Dios dice en Filipenses 2.13: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
Dice aquí que Dios produce ambas cosas en nosotros. Sin embargo, conozco a muchos cristianos que quieren pero no están dispuestos a hacer.
Hay algo así como un pensamiento mágico en gran parte del pueblo de Dios: algunos piensan que cuando Dios da una visión, un proyecto o un sueño, esa visión se realizará de manera mágica, sin que nosotros hagamos nada. No es así. Dice la palabra de Dios que él produce en nosotros el querer pero también el hacer.